martes, 11 de abril de 2017

La saeta en Bornos


Exaltación a la Saeta en Bornos

               

Señor Párroco de Santo Domingo de Guzmán y señores asistentes, muy buenas a todos:

Agradecer, antes que nada, al amigo Pablo Baena la presentación que ha hecho de este bonito acto. Sin desmerecer a nadie, creo que es una de las personas que más conoce este mundillo cofrade bornense, y sus palabras siempre son y serán una garantía informativa al presentar un acto cofrade. Muchas gracias, Pablo.

Señor Hermano Mayor y Junta de la Cofradía de la Vera+Cruz de Bornos, la cofradía penitencial de la verdadera cruz, la decana, la más antigua, aquella que ya recordase la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo por las calles del Bornos del siglo XVI. Amigo Alejandro, amigos de la Junta, enhorabuena por organizar este acto.

Ya era hora que la religiosidad flamenca, de nuevo, volviese de lleno a nuestra Semana Santa. Nuestro pueblo siempre fue muy religioso, muy creyente, muy devoto…y, a la vez, muy flamenco en su rezo. Aún recuerdo mi pregón de la Semana Santa bornicha en el año 2005, del que se cumplen diez años, el cual titulé “Pasión Flamenca en Bornos”. En dicho pregón me acompañó el gran cantaor Carlos de Bornos y el gran tocaor Miguel Chamizo, y nos atrevimos a cantar flamenco dentro de la iglesia, en la casa de Dios. Y es que a Dios y a su Madre, creo, se le puede rezar en silencio, hablando o cantando, lo que hay que hacerlo es con respeto, con corazón y con devoción. El resto es formalidad, y todos sabemos que cuando algo sale verdaderamente del corazón, la formalidad queda en un segundo plano. Ocurre en todas las facetas de la vida.

Tengo noticia de que este año, en mi estación de penitencia del Miércoles Santo, varios jóvenes saeteros bornichos van a rezar cantando en la calle. Sólo sé eso. No conozco el contenido, ni el lugar, ni la hora, porque la saeta es un canto íntimo, personal y escondido en el alma como el rezo en sí. Lo que sí puedo reafirmar es que esta pasión sonora y esta forma cantada de lanzarle un llanto a Dios y a su Madre María, como antaño, está renaciendo en nuestra villa de Bornos. Que así sea.
La Cofradía de la Vera+Cruz ha querido que esta cuaresma de 2015 sea la elegida para comenzar un recorrido que, ojalá, se perpetúe en el tiempo y nunca se pierda. La exaltación a la saeta. ¿En qué consiste una exaltación? Su propia nomenclatura lo indica, elevar a alguien o algo a gran auge o dignidad; avivar o aumentar un sentimiento o pasión. Por extensión, la exaltación de la saeta se convierte, a mi entender, en un acto en el que se narran o recitan alocuciones a dicho canto popular religioso, pero a su vez, por qué no, debe ser un acto en el que se deben inmiscuir datos históricos, citas y anécdotas de la Semana Santa propia del lugar. La creencia y la devoción deben ser el eje central, pero ese eje debe girar en torno al mundillo cofrade, que abarca campos más amplios, y al mundillo del flamenco local, por supuesto.

Es mi deseo que este pequeño pregón dedicado a la saeta sea cortito, y no porque las oratorias largas aburran, que aburren casi todas, sino por respeto a la otra parte importante, me refiero a los cantaores. Ellos son los que plasman en la práctica lo estudiado y analizado en papel. Ellos son el real y verdadero resultado de la palabrería que el escritor o poeta de turno publica con su pluma inexperta. Un exaltador completo, sin duda, sería aquel que escribiera y a la vez supiera cantar. No habría forma más exacta de plasmar en papel lo que dice el alma. No es mi caso, lo siento.

Es más, casi me veo obligado a que esta primera exaltación literaria y saetera que se produce en Bornos verse, en casi su totalidad, sobre datos históricos y anécdotas. Al ser el primer año, entiendo que debe ser un documento introductorio a esas otras muchas exaltaciones que, ojalá, repito, organice la cofradía en años venideros. Que sea un pequeño índice de esta enciclopedia tan emocional: el alma sonora dedicada a Dios y a su Dolorosa Madre.

¿Qué es la saeta? Infinidad de poetas han pretendido dar un significado a esta palabra. Oficialmente, una saeta es una copla breve y sentenciosa que, para excitar a la devoción o a la penitencia, se canta en las iglesias o en las calles durante ciertas solemnidades religiosas. De otro modo, la saeta es una jaculatoria que una persona canta en las procesiones. Pero yo me voy a quedar con la magnífica definición figurada que leí hace varios años en un Diccionario Enciclopédico del Flamenco: “La Saeta proviene del latín, de la palabra sagitta, que significa flecha, y es el rezo o plegaria que va dirigida directamente hacia Dios o hacia la Virgen María como una flecha”. O como bien señala uno de los grandes estudiosos del tema, Rafael López Fernández: “La saeta es dardo envenenado de amor divino, que se clava en el ambiente nazareno y en el alma de todos aquellos quienes, arrastrados por unos sentimientos profundamente religiosos, participan y contemplan unos misterios sagrados y conmemorativos, transformados por el arte indiscutible de un pueblo con cultura propia, en el espectáculo más bello y grandioso que el hombre pueda presenciar”. ¿Cabe definición más clara y más bonita? Yo creo que no.

Pero las saetas antiguas no tenían nada que ver con las actuales. Muchos eruditos señalan que es un canto que proviene de la morería y la judería andaluza. Lo cierto es que en los siglos XVII y XVIII las saetas eran avisos morales que solían recitar las comunidades religiosas al pueblo con motivo de algún viacrucis o rezo callejero. El diccionario de la Real Academia Española (del año 1803) define a la saeta como “coplillas sentenciosas y morales que suelen decir los misioneros, y también se suelen decir durante la oración mental”. El nacimiento de la saeta popular -cantada propiamente por el pueblo- data aproximadamente del año 1840. Esas saetas primitivas conmovían por su entonación grave, por su pausa y por su monotonía. Además, eran pobres en su ejecución. En varios pueblos de Andalucía estas coplas de pobre ejecución fueron transformándose hasta crear saetas autóctonas y más elaboradas.

La saeta que conocemos hoy día, la flamenca, la que se canta por seguiriyas o por martinetes, se divulgó a comienzos del pasado siglo XX. Nació a finales del siglo XIX en la zona de Jerez de la Frontera, después pasó a Sevilla. Muchos teóricos y entendidos en el tema contemplan como creadores de la actual saeta flamenca a grandes artistas. Varias tesis dan como creadores a Enrique el Mellizo, a Manuel Centeno, a Manuel Torre, a La Serrana o al gran Antonio Chacón. ¡Sí, señor!, varios estudiosos afirman como creador de la saeta flamenca actual a don Antonio Chacón.

¿Y por qué acentúo a este artista flamenco? Pues lo hago porque Antonio Chacón García, considerado uno de los más grandes de la historia del flamenco, al que muchos tildan como el creador de la saeta flamenca, tiene sangre bornicha. Este cantaor, bautizado en Jerez, muy posiblemente nació en Bornos. Lo que sí es cierto -y ya está totalmente confirmado- es que el gran artista fue hijo del bornense y célebre zapatero del mismo nombre Antonio Chacón Rodríguez. Este dato lo averiguó el pasado año 2011 un gran crítico e investigador del flamenco como es Manuel Bohórquez. También la madrina de bautizo de nuestro artista Antonio Chacón fue la bornicha María Armario (de esta última se dice que, posiblemente, sea familiar ascendiente de nuestro gran Carlos Armario “Carlitos de Bornos”). La sangre bornicha en la raíz del nacimiento de la saeta flamenca. ¡Qué dato tan importante! ¡Un dato que muchos pueblos querrían para sí! Bornos siempre nos sorprende…

Aunque tampoco debe sorprendernos eso de que nuestro pueblo haya estado siempre tan ligado a la música y, concretamente, a la raíz de lo flamenco. Nuestra villa fue morada de grandes músicos y cantores religiosos. Como deja constancia la importante documentación que existe del monasterio de los jerónimos; o como se deja constancia en los preciosos villancicos que cantaban los franciscanos y que eran muy del interés de doña Frasquita Larrea en su diario de viaje; o como dejan constancia los bellos motetes angelicales que entonaban las monjas clarisas de nuestro pueblo. Sirva como ejemplo, también, aquello que escribiera el académico Manuel Pérez Regordán: “En el siglo XIX, en la provincia de Cádiz, el mayor índice de pianos por habitante correspondía al pueblo de Bornos”. Ello define con gran claridad el ambiente romántico que respiraba este nuestro pequeño rinconcito gaditano.

Todos sabemos la gran relación del flamenco y el pueblo gitano. La saeta moderna, la cantada por seguiriyas, nació en el ambiente gitano del Jerez de finales del siglo XIX. Pues bien, existe un censo de población del año 1783 en el que destaca los asentamientos gitanos en la provincia de Cádiz, y en él se puede leer que existen cuatro importantes asentamientos gitanos: Rota, Sanlúcar de Barrameda, Bornos y Jerez de la Frontera. Esos eran los cuatro puntos gitanos del Cádiz del siglo XVIII. Creo que es un dato que aclara mucho las cosas.

Antes hemos hablado de Antonio Chacón, de su sangre bornicha, de su posible relación con la creación de la saeta flamenca, pero también podríamos hablar de uno de los mejores y más entendidos saeteros de la historia: Don Antonio Mairena. La abuela de don Antonio Mairena se llamaba Carlota Vargas y era también natural de Bornos. Nuestro pueblo, repito, fue y es un lugar muy religioso que respira, a la vez, una esencia muy flamenca en su entorno.

Como apunté al comienzo de esta exaltación, este año de 2015 son varios jóvenes saeteros bornichos los que van a volver a rezar cantando en la calle. Van a intentar recuperar la gran tradición que siempre hubo en la noche de nuestras calles encaladas, en la noche de nuestras tejas árabes, en la noche de nuestra luna de cuaresma. Ese renacer de la saeta en nuestro pueblo nos hace retroceder en los recuerdos que avivan el sentir de aquellos saeteros antiguos de Bornos. Hubo muy buenos saeteros bornichos allá por los años 40, 50, 60 y 70 del siglo XX, como por ejemplo José Galindo Pérez "El Liqui”. O también su sobrina Francisca Armario Galindo, que provenía de una gran saga familiar de flamencos. O también Rosario Castro “La Chispa”. O también aquel gitano llamado Joselillo “El Quico”. También se podrían nombrar aquellos concursos de saetas que organizaba la Asociación Cultural Amigos de Bornos en el Convento del Corpus Christi, ya restaurado.

Personalmente, por vivencias, yo al que recuerdo bastante bien es a nuestro gran Carlitos de Bornos, porque aún vive y porque es amigo personal. Aunque no se prodiga mucho, aún recuerdo aquella Semana Mayor del año 2007 cantándole a Nuestro Padre Jesús. Y lo recuerdo bien porque esa Madrugá del Viernes Santo me dijo con la gracia que tiene Carlos: “Niño, acompáñame cuando cante las saetas, anda, que no me gusta estar solo, que a mí me impone mucho el Nazareno”. Y cantó las saetas al lado mío con una genialidad de espasmo. Este año 2015, como digo, varios jóvenes van a retomar la saeta y uno de ellos es hijo de nuestro gran Carlitos.

Se ha intentado clasificar la saeta según el contenido de sus letras. La saeta pasional (que expresan el dolor anímico), la saeta narrativa (relacionadas con la pasión y muerte de Cristo), la saeta laudatoria (cuyo fundamento es la alabanza), la saeta plegaria (ejemplo de fe, oración y súplica), la saeta exhortativa (con un carácter inductor y persuasivo). Pero para entender bien la clasificación de la saeta, la estructura más acertada sería la que comprende dos grupos: el primero, las que derivan de los cantos litúrgicos (que serían las saetas antiguas y populares); el segundo, las saetas derivadas de las tonás y seguiriyas (que son las actuales saetas flamencas o modernas). En este último grupo se encuentran las saetas por tonás o carceleras. Y aquí quiero hacer un alto en el camino para contar una anécdota bornicha de saeta carcelera.

Mi amigo y gran artista Carlos Armario Galindo, “Carlos de Bornos”, me contó una anécdota que le ocurrió a su tío Liqui, aquel gran saetero de Bornos que le cantaba todos los años a su Virgen de la Soledad en la Ermita del Calvario. Yo, con el permiso de Carlos, voy a hacer pública esta anécdota porque me parece una historia bastante bella para que quede guardada en la historia popular de nuestro pueblo.

Corrían los años 40, aquellos años de tanta hambre y tanta miseria que hubo tras la Guerra Civil. Puede que fuese el año 1947 o 1948, el año da igual. José Galindo Pérez “El Liqui” fue un magnífico cantaor flamenco de Bornos. Pues bien, se dio el caso que, un mes antes de la Semana Santa de ese año, nuestro cantaor acabó en la cárcel de Arcos de la Frontera. ¿El motivo? El motivo que todos conocemos, había mucha hambre y el resto no hace falta contarlo. Pues bien, llegó la Semana Santa y en la vecina localidad de Arcos se organizó un concurso de saetas. Una sobrina del Liqui, su sobrina Paquita, que aún era casi una niña y cantaba flamenco como los ángeles, quiso apuntarse al concurso. Como no encontró medio para trasladarse a Arcos, acompañada de una amiga de infancia, buscó a Galope el Viejo, aquel hombre que era taxista, y lo convenció. Galope, como ya conocía las dotes flamencas de la niña, sin pensárselo dos veces la llevó a Arcos en su coche. Allí en Arcos, en la zona de la Torre de la Esquina, se apuntó Paquita al concurso. La calle Torre de la Esquina era la zona donde estaba la antigua cárcel de Arcos. La niña cantó una saeta muy bonita y, tras cantarla, cosa de niños, se fue a jugar con su amiga mientras el resto de cantaores terminaban de concursar. De pronto, a lo lejos, Paquita escuchó una voz muy bonita que salía de la reja de la cárcel. Varios presos se apilaron e hicieron una escalera para que José el Liqui llegase hasta la reja, y, con aquella voz tan flamenca, José cantó una saeta por carceleras. Esta fue la letra que se puedo escuchar:

“Soledad, Soledad, dame la mano
por la reja de la cárcel,
que somos cuatro hermanitos,
huérfanos de padre y madre".

Al rato apareció Galope gritando: “Que ha ganao la de Bornos, que ha ganao la de Bornos, que ha ganao la de Bornos…dónde está esta chiquilla…la de Bornos, que ha ganao”. La sobrina de José el Liqui, aquella niña llamada Paquita, ganó el concurso de saetas de Arcos. La niña, una vez se enteró que había ganado, muy triste al escuchar a su tío cantando por la reja de la cárcel, acudió al lugar del concurso donde se encontraba el alcalde, el teniente de la Guardia Civil y el cura. Le dieron el premio y Paquita se agarró a la sotana del cura llorándole y rogándole: “Ay, por Dios, por Dios, que yo no quiero premio, soltad a mi tío, soltad a mi tío, es ése, ése que está cantando por la reja de la cárcel es mi tío, por favor, echadlo fuera, el dinero que me vais a dar a mí lo cambio porque soltéis a mi tío”. Y el cura, con un tono muy bondadoso, le dijo a la niña: “Hija, mira, tú coge el dinero del premio y lo llevas a tu casa que seguro le hará falta a tus padres, que a tu tío mañana, a las nueve y media temprano, lo sacamos de la cárcel y lo llevamos a Bornos”. Y así fue como un saetero de Bornos logró salir de la cárcel. Qué emoción no crearía la saeta de José el Liqui entre aquel público de Arcos para que al día siguiente fuese puesto en libertad.

Otra anécdota de las tantas que tiene este pueblo, aunque ésta es un poco más humorística, nos lleva a retrotraernos a las antiguas Semanas Santas de Bornos. Se comenta que, por azar, confluyen un Viernes Santo de la década de los años 50, en la estación de penitencia del Santo Entierro, dos bandas de música. Una representaba a la Policía y abría el cortejo. La otra banda de música era la de la Guardia Civil, que era la que cerraba el cortejo. Entonces, Joselillo el Quico, un gitanito de nuestro pueblo que cantaba muy bien, se subió a un balcón de la calle Calvario con unos amigos, y éstos le animaron a cantar y dedicar una saeta a Jesús Yacente, que era el paso que más respeto infundía en la Semana Mayor de Bornos. Joselillo el Quico se resistía porque entre tanta policía abriendo el cortejo y entre tanta Guardia Civil cerrándolo pensaba que si algo salía mal lo iban a meter en la cárcel. Pero al final lo convencieron y Joselillo le dijo a sus amigos: “Ustedes sois los responsables si después de esto que voy a cantar vienen a por mí”. Y cantó la siguiente saeta:

"Jesusito de mi alma,
qué bien acompañaíto vas,
si buenos son los de “alante”,
más buenos son los de atrás".

Otra saeta famosa que el pueblo de Bornos hizo suya, a comienzos de los años 60, coincidía con el abandono que a finales de los años 50, por mayoría de edad, llevó a cabo la Junta Directiva del Santo Entierro. Los viejos dejaron paso a los jóvenes y la cofradía retomó su andadura con un nuevo Hermano Mayor, don Francisco Aivar Martínez (conocido como “Francisco el Ditero”). Y el pueblo de Bornos se aprendió de memoria la siguiente letra saetera dedicada a la Cofradía de la Soledad. Y decía así:

"Los ricos te abandonaron
y los pobres te acogieron,
tienes que salir a la calle,
aunque sea sin dinero".

La saeta, desde luego, ha cautivado a muchos escritores y poetas, y la mayoría de ellos han sido cautivados para piropear a este canto, porque sale de la verdad, del interior, de lo real, de la pasión humana. Uno de los poemas más célebres que explican el sentir de la saeta corresponde a esa serie de estrofas redactadas por un grande entre los grandes: Don Antonio Machado. Un poema que después fue interpretado por Juan Manuel Serrat, el cual lo hizo universal. Hoy, ni más ni menos, este poema es una bella marcha procesional:


"¿Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Es la Saeta el cantar,
al Cristo de los Gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.

Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la Cruz.

Cantar de la tierra mía
que echa flores
a Jesús de la Agonía,
es la Fe de mis mayores.

No eres tú mi cantar,
no puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del Madero,
sino al que anduvo en la mar".

Este poema es un auténtico himno triunfal, es un auténtico signo de vida y de Resurrección. Fijaos como termina: "No eres tú mi cantar, no puedo cantar ni quiero a ese Jesús del Madero, sino al que anduvo en la mar". ¡Genial!

La Saeta, la mayor expresión sentimental de un pueblo. La saeta, el dolor y calvario de Cristo. La saeta, la angustia, la amargura, la soledad y el dolor del corazón de María. La saeta, fiel cireneo musical que con su quebranto quiere ayudar a llevar la Cruz de Jesús. La saeta, mano flamenca que quiere darle pañuelo a la Madre de Dios. La saeta, perfume y fragancia popular de la Cuaresma y de la Semana Santa. Y lo que está claro es una cosa: la saeta, creación cristiana y andaluza.

Repito mis palabras del principio. Esperemos que este acto de la exaltación a la saeta perdure en el tiempo, que la Cofradía de la Vera+Cruz lo siga organizando y que, paralelamente, Bornos siga teniendo su Pregón de la Semana Santa. Un pueblo como Bornos, lugar de los pocos en España donde existe un templo dedicado a la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, lugar primero en España donde se erigió un templo a la advocación del Rosario en 1493, lugar donde se veneran tan importantes y bellas imágenes de Cristo y de la Virgen María (como la de Nuestro Señor del Capítulo, tercera imagen de Cristo documentada más antigua de América y que la tenemos aquí, en nuestra Parroquia), lugar donde se produjo el comienzo de aquella aventura que fue el Primer Viacrucis de España en 1518... Un pueblo como Bornos merece su Pregón de Semana Santa.

Señores, ¡un Consejo Local de Cofradías y Hermandades ya! Dejo caer esto, con el permiso de nuestro Párroco y Director Espiritual, para que recapacitemos todos los cofrades bornichos.

Y, antes de finalizar, quisiera despedir este pequeño pregón, que en realidad ha sido un anecdotario histórico más que una obra literaria, con unas saetas que he redactado y cuya temática central son nuestras imágenes de culto existentes en la Semana Santa de Bornos. Aquí las inserto y recito para su uso público:

Saeta al Cristo del Martes Santo

Ya suenan las alpargatas,
ya se ha muerto mi Jesús.
Qué respeto y qué silencio
los negros de la Vera+Cruz.

Saeta a la Virgen del Martes Santo

El más antiguo rostro
que mora en este lugar
es el Remedio de su Hijo.
Al tercer día lo verás.

Saeta al Cristo del Miércoles Santo

Cuando te miro la espalda
¡qué me duelen tus herías!
Y con el sayón romano
más me duelen todavía.

Saeta a la Virgen del Miércoles Santo

En la calle Granada
sobran farolas encendías.
Esta calle se ilumina,
con el corazón de María.

Saeta al Cristo del Jueves Santo

Quién pudiera, Nazareno,
ayudarte con el maero.
Por la Cuesta del Villalón
va llorando un costalero.

Saeta a la Virgen del Jueves Santo

Con tristeza y con penita,
con el alma apuñalá,
mi Dolores va tan guapa
que hasta su Hijo rompe a llorar.

Saeta al Santo Entierro de Nuestro Señor

Este esparto yo me pongo,
el Señor está muerto ya.
Pasa la Urna del Calvario,
y detrás viene la Soledad.

Saeta a la Virgen del Viernes Santo

Soledad, no llores más,
que en tu barrio está el consuelo,
pues tu Ermita del Calvario
es como vivir en el cielo.


Muchas gracias a todos. He dicho.


Bibliografía:

- Sevilla Penitente. Editorial Gever S.A. Tomo III, 1995.
- Diccionario Enciclopédico Ilustrado. José Blas Vega, Manuel Ríos Ruiz, 1988.
- Diccionario Enciclopédico Ilustr. Provincia de Cádiz. Tomo III. Caja Ahorros Jerez, 1985.
- Memorias de Carlos Armario Galindo.
- Memorias de Antonio Gutiérrez Benítez.
- Archivo Histórico Particular de la familia Gutiérrez Pinto.


Antonio María Gutiérrez Pinto
Bornos, a 8 de marzo de 2015


(Y, ahora, dando importancia al tema central de esta exaltación, vamos a la práctica. Vamos a la verdad. Vamos a escuchar y a deleitarnos con varias clases de saetas cantadas por José Olmo, Alejandro Olmo y Raquel Zapico. Un fuerte aplauso para ellos tres).

Resumen. Vídeo de Manolo Avión.


Canta José Olmo. Vídeo de Fernando Romero.


Canta Raquel Zapico. Vídeo de Fernando Romero.


Canta Alejandro Olmo. Vídeo de Fernando Romero.


Canta Raquel Zapico. Vídeo de Raquel.


Resumen. Vídeo de la Hdad. de la Vera+Cruz.


Fotos Hdad. Vera+Cruz en facebook.














Fotos Cofrades de Bornos en facebook.















Prensa.
















lunes, 31 de octubre de 2016

El Terremoto de Lisboa en Bornos, año 1755

Claustro del Palacio de los Ribera

Estos datos sobre el Terremoto de Lisboa en Bornos han sido recabados en el Instituto Geográfico Nacional, sacados del libro intitulado "Los efectos en España del terremoto de Lisboa" (1 de noviembre de 1755), cuyo autor fue José Manuel Martínez Solares. Se trató, sin duda, de uno de los terremotos más extraordinarios que han sucedido en época reciente, por supuesto en España, pero quizá también a nivel mundial.

En lo que respecta a nuestro pueblo de Bornos podemos hacernos una idea a la vista de estos cuatro informes transcritos de los documentos del Archivo Histórico Nacional.

1. Informe del Alcaide y Corregidor de la Villa de Bornos.

En cumplimiento de la carta Orden que incluye el requisitorio que antecede, yo, don Carlos Texeiro de Valcarzel, Alcaide y Corregidor de esta villa de Bornos, informo lo siguiente:


En el día primero del corriente mes de noviembre amaneció en esta villa claros los horizontes, despejado el cielo, un poco viento, por lo que se notó había una niebla no muy densa, aterrada, y la Luna, más crecida que correspondía a los días que tenía de menguante, pues hallándonos a los cinco de él, parecía no tener ninguno y hacía un calor no muy propio del tiempo, sobre lo cual no se hizo la menor reflexión.

A las nueve y tres cuartos de la mañana, poco más o menos, de dicho día se empezó a sentir un temblor de tierra con bastante estruendo como de tormenta de lejos, el que, a el principio algo lento y fue creciendo por instantes su violencia y ruido hasta notarse en los edificios y casas grandes vaivenes, moviéndose toda la tierra y estos fueron creciendo hasta que se terminó, el que, no obstante de la turbación de todos, se notó duraría como ocho o nueve minutos las vibraciones de los edificios y paredes; parecían haber sido de la parte del Norte a el Poniente, por lo que a esta parte se han reconocido los mayores daños y por las aberturas en las paredes que lo denotan.

También se notó que este río, llamado Guadalete, por dos veces se dividieron las aguas, suspendiéndose su corriente con intervalo de algún tiempo, el que después volvió a su curso. Asimismo su nacimiento de agua muy abundante, con lo que muelen siete molinos de pan y riegan muchas huertas, aunque después de haber pasado el terremoto volvieron dichas aguas con mucha abundancia a que antes, y hoy subsiste con más, sin embargo de estar exenta de recoger agua llovediza.

El monasterio de Padres Gerónimos, extramuros, quedó muy maltratado, estando la Iglesia cuarteada lo bastante, los claustros, celda prioral, librería y refectorio y otros oficios en la misma conformidad.

La parroquia de Santo Domingo, convento de monjes de Padres Franciscos y ermita de la Caridad corrieron igual desgracia. Como, asimismo, en el Palacio del Excelentísimo Señor Duque de Medinaceli, dueño de esta villa, se cuarteó la vivienda que llaman de los Azulejos, que mira a la Plaza de la Fuente, y al Mediodía, habiéndose abierto la esquina de la torre, la que está amenazando gran ruina a dicha población.

Casas, una se hundió y de algunas se han caído como pedazos de pared, uno de mucha consideración, y quasi las demás han quedado algo cuarteadas.

Desgracias en personas ni animales no ha habido ninguna, aunque hubo mucha confusión y espanto en todo el pueblo, pues dejaban todas las Iglesias y casas, saliéndose la gente a las plazas, calles y campo, según a cada uno le cogía la cercanía del sitio, conceptuando cada uno que ya era llegada la fin del mundo, pues en lo natural parece no cabía semejante duración del temblor de tierra, tanta violencia y estruendo.

Como se experimentó sin haberse previsto antes otras señales que lo indicase, que las ya dichas y no reflexionadas o prevenidas entonces. Que es cuanto en mi informe puedo decir en razón de lo que se me manda por la expresada carta Orden y requisitorio predicho.

Bornos, y noviembre veinte y tres de mil setecientos cincuenta y cinco.

Don Carlos Texeiro de Valcarzel.

2. Informe de los Curas y Beneficiados de la Iglesia Parroquial de Santo Domingo de la dicha Villa de Bornos.

El vicario, beneficiados y curas de la Iglesia parroquial de Señor Santo Domingo, de Bornos, correspondiendo a la atenta demostración que hemos debido a el Señor Corregidor de ella, de pedirnos expongamos la observancia que hicimos del terremoto acaecido en el día primero de este mes para informar de dicho fatal suceso a el Rey Nuestro Señor (Dios le guarde), que desea actuarse de él y sus circunstancias, decimos:

Que es cierto que en el referido día, como a la hora de las diez de la mañana, puso a todos los de este pueblo en el más congojoso conflicto dicho terrible terremoto, dejándoles entender que le enviaba Su Majestad para acabar sus vidas, pues por su nunca vista duración que fue de quasi un cuarto de hora y por lo riguroso del estremecimiento de la terrestre máquina se consideró el más alentado y varonil a los umbrales de la muerte.

Y a la extraordinaria conmoción de la tierra imitaron en ella todos los edificios, no quedando a nadie que dudar se hundirían todos.

Respecto de haber visto muchos en ademán de trastornarse y oído un pavoroso ruido que persuadía se desquiciaban y subvertían indefectiblemente, haciendo más inconsolable la pena en que se observaba debajo de aquella a modo de tonitruosa [sic] tempestad, hubo quien advirtió en nuestra Iglesia, en la que concurríamos todos los eclesiásticos, hallándonos en dicha hora en la procesión de tercia, que desunidos todos los arcos de las paredes entró bastante Sol por algunos de los huecos que se descubrían, lo que prueba se abrieron los tejados y bóvedas de ella, y lo evidenció de haber visto caer en todas muchas porciones de mezcla y algunos fragmentos de ladrillos.

En un nacimiento de agua muy copiosa que hay en esta villa hubo notable alteración, pues advirtiéndose a el pronto el temblor alguna escasez en él brotó luego, con tanto acceso y abundancia, que ha admirado a todos, habiendo sido turbia la que salió en el principio del incremento.

Por lo que respecta a daños, resulta de este horror tenemos muchas gracias que dar a Su Majestad, pues no se hundió fábrica alguna aunque dicha nuestra Iglesia está muy maltratada y en urgente precisión de repararse, porque habiéndose reconocido por Peritos, aseguran se caerá si se le dilata el remedio, temiendo como tiene partidos todos los arcos y deshechas las bóvedas y techos, y que no se podrá habilitar a que con dos mil ducados.

Todas las ermitas quedaron también harto ofendidas. Y lo mismo los conventos de San Gerónimo y de religiosas de Santa Clara y otras muchas casas.

No ha sucedido desgracia alguna en personas ni animales.

No creemos pudiera ninguno pronosticar dicho fracaso cuando no hubo señal que lo indicara mediante bullir en dicha mañana un riguroso aire a el Aquilón, en cuya constitución no era regular esperarle, porque comúnmente se han experimentado estos efectos en grande serenidad y porque no se advirtió en los antecedentes días fetidez alguna en las fuentes ni en los pozos ni en la agua que de ellos se extraía, premisa cierta de semejantes consecuencias.
Y atendiendo a lo universal que ha sido, según se dice, en todo el Reino, no nos podemos persuadir a que provino de natural, sino que se derivó de la Divina Providencia, cuyos fallos y determinaciones son inexcrutables a nuestra humana limitada comprehensión.

Que es cuanto podemos referir. Y lo firmamos en dicha villa, en veinte y uno de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco años.

Don Manuel Joseph de la Barra, Don Alonso Suárez de Vega, Don Miguel García Hermoso, Don Gerónimo Ruiz de Perea.

3. Informe del Prelado y Comunidad de San Francisco
de dicha Villa de Bornos.

Día primero de este mes de noviembre del presente año de cincuenta y cinco, habiendo amanecido sereno, el cielo claro y despejados los horizontes, con un escaso y templado viento se continuó del mismo modo hasta las diez de la mañana, algunos minutos menos.

A esta misma hora se comenzó a sentir un temblor de tierra, al principio con alguna lentitud, mas fue creciendo por instantes su violencia, tanto que los templos, casas y demás edificios se notaron desmesurados vaivenes. En estos se percibieron y notaron como tres repeticiones, aumentándose en cada repetición la violencia con tal estruendo que, crujiendo y estremeciéndose las bóvedas y maderos de los techos, amenazaban la más formidable ruina.
También se notó durante el terremoto el estrépito o ruido como sordo y entrañado en la tierra, el cual se percibía como de lejos. Su duración se notó sería el tiempo de diez minutos, a corta diferencia.

La aflicción general que se padeció en este corto tiempo no es explicable, pues fue tan grande la confusión y turbación de todos que, desamparando sus casas y saliéndose de las Iglesias se iban a las calles, plazas y campos, según el sitio en que cada uno estaba, haciéndose juicio que era el último [día] de su vida.

Por la Piedad y Misericordia con que Dios miró a este pueblo no se han reconocido especiales desgracias en personas ni animales, mas en los templos y edificios hubo algunas ruinas. En este dicho convento han quedado algunos arcos y paredes con algunas alturas o rajas, aunque no de las mayores.

El Monasterio del Señor San Gerónimo padeció bastante en la Iglesia, claustros, celdas, y de éstas la provincial quedó inhabitable.

La Iglesia parroquial también padeció y se quebrantó en algunas partes, como también la ermita de la Caridad.

Un nacimiento copioso de agua, que tiene este pueblo se reconoció con el terremoto con mucha más agua, la que, en parte, aún dura todavía.

El río que también cerca este pueblo es voz de muchos que le vieron que tuvo algunos movimientos preternaturales en sus aguas, suspendiéndose su corriente por algunos intervalos de tiempo.

No se ha notado que alguna persona percibiese o advirtiere señal alguna que pudiese indicar o anunciar semejante terremoto.

Esto es todo cuanto en esta Comunidad se ha experimentado y notado, que poder decir con toda verdad en este informe, en cumplimiento del requisitorio hecho, y por ser verdad todo lo dicho, lo firmamos el Guardián y los Religiosos discretos y autorizados, en 22 de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco.

Fr. Christóbal Crespo de San Bartholomé, Guardián; Fr. Joseph Lorenzo Dávila, Definidor Lector; Fr. Francisco de los Santos, Definidor; Fr. Lorenzo Dávila, Definidor Lector.

4. Informe del Prior de San Gerónimo de Bornos.

Fray Joseph de los Reyes, Prior de este Monasterio de Nuestra Señora del Rosario, Orden de Nuestro Padre San Gerónimo, extramuros de la villa de Bornos, habiéndome exhibido el Señor don Carlos Texeyro de Valcarzel, Corregidor de esta dicha villa, una carta del Rey Nuestro Señor (que Dios guarde) la que se dirige a que se dé noticia de lo acaecido sobre el temblor de tierra que hubo el día primero de este mes de noviembre de 1755, su duración y movimientos, y las ruinas y perjuicios que ocasionó, digo y declaro fiel y legalmente:

Que por la mañana de dicho día observaron algunos religiosos una niebla como nubes estar pegadas con la tierra, estando los horizontes claros y siendo las diez del día, minutos más o menos, estando cantando la Gloria, se oyó un ruido confuso, empezando a moverse toda la Iglesia y convento, y cada instante con más fuerza, moviéndose las Imágenes del altar mayor, como si estuvieran unas hasta caerse las coronas de sus cabezas, y a la primera situación se destejó toda la parte del tejado de la Iglesia, que mira a Mediodía, crujiendo las maderas de toda ella con desmesurado ruido, cayéndose toda la cornisa del arco toral en el plan [= plano] de la Iglesia.

Duró este terremoto, según mi poca inteligencia, más de medio cuarto de hora.

Después se prosiguió la misa, descubriendo a Su Majestad, que estaba en el tabernáculo, dándole las debidas gracias por no haber asolado todo este Monasterio.

Luego, por la tarde, registraron todo el Monasterio los alarifes, así de carpintería como de albañilería, y hallaron que la pared principal que mira a Poniente se había desnivelado como media vara por el tejado, y un jeme por la mitad, quedando inhabitable la celda personal, librería y todo el refectorio, porque dicha pared se está viniendo a tierra con todo el tejado.

Los dos claustros, el de Mediodía y Poniente, tienen una cuarta sacados por enmedio hacia la luna del claustro todos los arcos, así del claustro como de todas las capillas de la Iglesia, rajado y uno apuntalado en el claustro.

Las paredes principales y tabiques de todas las celdas quebrantados y muchos cielos rasos caídos.

Fueron tan grandes sus movimientos, que se movía la torre una vara hacia el Mediodía y otra hacia el Norte, con todo el edificio.

La pila del agua bendita se derramó y también el estanque donde se recogen las aguas para regar la huerta echó fuera el agua por de dos a tres veces con los vaivenes del temblor.
Es cuanto tengo que declarar sobre dicho asunto.

Y, para que conste ser verdad todo lo referido, lo firmé en el Monasterio, en veinte días del mes de noviembre de mil setecientos cincuenta y cinco años.

Fray Joseph de los Reyes, Prior de San Gerónimo.

Nota final

El terremoto del sábado 1 de noviembre de 1755, día de Todos los Santos, ocurrido a la hora de la misa mayor causó un enorme impacto en su época ya que produjo varios miles de víctimas en Portugal, España y norte de Africa y daños económicos muy elevados. Fue sentido en la totalidad de la península Ibérica así como en algunos lugares del resto de Europa occidental, como la zona sur de Francia o del norte de Italia y se percibió levemente en Hamburgo, aunque en muchas otras zonas del continente, e incluso de América, se observaron fenómenos asociados como la alteración de las aguas en calma. También se registraron sus efectos en alguna de las islas del Atlántico como Cabo Verde, Azores, Madeira y Canarias. Este importante suceso, de ocurrencia no habitual en Europa, dio lugar a numerosos escritos y publicaciones de muy distinto tipo como cartas, poemas, sermones, o también de carácter filosófico y científico entre cuyos autores podemos citar a pensadores contemporáneos como Ortiz Gallardo de Villarroel o Feijoo.


Incluso en el extranjero, intelectuales como Goethe, Voltaire o Kant escribieron sobre el origen y causa de los terremotos. La gran incidencia social que tuvo este gran acontecimiento produjo un notable avance en el conocimiento y efectos de los terremotos y seguramente marcó el inicio de la sismología moderna.


Debido a que fue en la ciudad de Lisboa donde ocasionó los mayores daños, a causa sobre todo del incendio que se generó, este gran sismo ha venido en denominarse como el terremoto de Lisboa, a pesar de estar su epicentro situado en el océano Atlántico a una distancia de varios cientos de kilómetros, concretamente al suroeste del Cabo de San Vicente.


A.M.G.P.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Bornos, primer templo en España bajo la advocación del Rosario



Hasta dentro de dos años en que se cumpla el V Centenario (1518-2018), seguramente en los distintos medios iremos recibiendo información sobre el famoso viaje de D. Fadrique Enríquez de Ribera a Tierra Santa, expedición que tendría como resultado la constitución de los primeros viacrucis de España e implantados en la villa Bornos y en la ciudad de Sevilla. Los bornichos debemos estar muy orgullosos con este evento y, entre otros, dos son los motivos más importantes: el uno, que dicha aventura partió desde el propio Bornos; y el otro, que la fundación de sendos viacrucis fue germen importantísimo para la instauración de la Semana Santa tal como la conocemos hoy día con sus escenas pasionistas. Con esta efeméride nuestro pueblo queda inmerso con letras de oro en la propia Historia de España, pero en este inigualable rincón de Cádiz también aconteció otro hecho histórico-religioso de envergadura muy a tener en cuenta y bastante desconocido.

Aprovechando que hace 8 siglos se publicaron las Bulas promulgadas por el Papa Honorio III, confirmando así la fundación de la Orden de los Dominicos (1216-2016) -auténticos propulsores del Santo Rosario-, y gracias a este medio de difusión promovido por la Semana Cultural, quiero dedicar unos apuntes sobre la introducción del Rosario en España, notas por las que Bornos también queda inscrito con letras de oro en la magna historia de nuestro país. Nuestro municipio le tiene mucho cariño a su Patrona, la Virgen María bajo la advocación del Santo Rosario, pero ¿desde cuándo proviene esa devoción?, ¿existe memoria y fecha cierta?, ¿conocen los bornichos que fue su pueblo el primer lugar español donde se levantó un templo dedicado a la más importante de las advocaciones marianas?

El Rosario en sí tiene una prehistoria que abarca desde los martirios de cristianos en Roma hasta la predicación de Domingo de Guzmán, que funda dicho ejercicio en el siglo XIII. De todas formas, en tiempos de Santo Domingo no existía el rosario-objeto devocional tal y como lo conocemos hoy. Existía, no obstante, un tipo de “contador” para el rezo múltiple del Paternóster. Posteriormente, ya a finales del siglo XV, comenzaría a extenderse por Europa y comenzarían a fundarse las cofradías del Rosario (1).

En España, también los predicadores dominicos comenzaron a instaurar las cofradías del Rosario a finales del siglo XV, y consta la del convento sevillano de San Pablo (1481) como la más pretérita (2). El Papa Pío V difunde el Rosario universalmente tras relacionar la Batalla de Lepanto (1571) con la gran victoria de los cristianos sobre el Turco, triunfo atribuido a la milagrosa intervención de la Virgen del Rosario. En 1573, el Papa Gregorio XIII estableció el primer domingo de octubre como fiesta de la Virgen del Rosario a celebrar en aquellos lugares donde hubiera altar o capilla dedicada a esta advocación. La solemnidad se hizo general el año 1671 para toda la Iglesia española.

La devoción al Rosario en la provincia gaditana se pensaba que arrancaba unida a la batalla naval de Lepanto, ya que recientemente se pudo documentar la existencia en Cádiz capital de una cofradía en torno a esta advocación en 1575. Sin embargo, se tienen datos de cofradías anteriores a la de Cádiz como es la del Rosario de Chiclana (3), la cual existía ya en 1551.

Pero falta el dato más curioso e importante. Hace varios años, a mis manos llegó una revista religiosa, denominada “La Cruz”, fundada a mediados del siglo XIX por D. León Carbonero y Sol e impresa con censura eclesiástica (4). Pues bien, en una edición de dicha revista publicada en Madrid, que data del año 1889, se puede leer un artículo intitulado “¿Qué templo fue el primero en España dedicado al Santísimo Rosario?”, texto que me gustaría ilustrar de forma íntegra y literal para que todos los bornenses puedan disfrutar de su lectura, y dice así:
“¿Qué templo fue el primero en España dedicado al Santísimo Rosario? Atendida la importancia de la devoción del Santísimo Rosario, la cual, desde que fue instituida por nuestro glorioso compatriota Domingo de Guzmán, no ha decaído ni un instante, todo lo que con ella se relacione no puede dejar de ser interesante y simpático para todo aquel que se precie de amante devoto de la Madre de Dios, que, inspirando esta devoción a su siervo Domingo, nos enseñó a honrarla de un modo para Ella tan agradable y al mismo tiempo tan provechoso para el pueblo cristiano. Dicho esto, y amando tan entrañablemente todo buen católico la devoción del Rosario de María, ¿no será oportuno inquirir qué templo fue el primero que en España se dedicó a la Santísima Virgen bajo la hermosa advocación de Nuestra Señora del Rosario, ilustrando, así, más y más la brillante historia de esta devoción dulcísima? No ha faltado quien, buscando datos sobre esta materia, haya adquirido algunos tan respetables y fidedignos que le obligan a creer que la gloria de levantar por primera vez un templo dedicado al Santísimo Rosario pertenece a la archidiócesis de Sevilla, que en amor y entusiasmo por la Madre de Dios jamás permitió ser vencido por ninguna otra de esta nación tan finamente devota y amante de María. Apenas se hallará un pueblo en esta bendita tierra que no venere una imagen de la Virgen, a la cual vaya unida una de esas hermosas tradiciones que ensanchan el alma y la llenan de ternura. ¡Con cuánta razón sus hijos la han apellidado con sencillo entusiasmo tierra de María Santísima! Como en premio de esta ternura la Reina del cielo la ha mirado con especial predilección, multiplicando en ella sus favores, no dejando nosotros de considerar la admiración y el amor que despertaría en los devotos de la Virgen una historia mariana de Sevilla y su archidiócesis. Entre estos favores no es el menor aquel que le fue concedido siendo elegida para erigir en España el primer templo bajo el título del Santísimo Rosario. En el arciprestazgo de Arcos de la Frontera, de la cual dista dos leguas, está la linda villa de Bornos en la más pintoresca campiña que puede imaginarse. Bordeada, por un lado, por el Guadalete que corre mansamente por entre hermosas huertas y frondosas arboledas, y a la falda de agreste sierra, semeja, contemplando a  distancia su blanco caserío, un ejército de blancas palomas que se ha posado en medio de aquellos vergeles, donde parece eterna la primavera. En esta villa fundó, en 1493, el Adelantado Mayor de Andalucía y Duque de Alcalá, D. Francisco Enríquez de Ribera, Señor de ella, un monasterio del Orden de San Jerónimo, el cual fue erigido con toda magnificencia y suntuosidad, siendo desde sus principios un plantel de observantísimos religiosos, entre los cuales descollaron muchos que han dejado renombre por sus preclaras virtudes, y no pocos por su reconocida sabiduría. Una de las condiciones impuestas por el piadoso fundador a los monjes jerónimos al aceptar éstos el monasterio, era que la iglesia había de tener por titular el Santísimo Rosario, del cual el piadoso Adelantado era devotísimo. Es innegable que desde que esta devoción fue establecida por el más ínclito de los Guzmanes, fue sumamente apreciada en toda la cristiandad; más tampoco puede negarse que adquirió su principal celebridad en el Pontificado del Papa San Pio V, especialmente después de la famosa victoria de Lepanto, por lo cual es muy digno de ser considerado el título que recibió el monasterio de Bornos, cerca de un siglo con anterioridad a la derrota de la formidable armada turca, que aconteció en 1571. Después del siglo XVI no pocos santuarios recibieron esta advocación, pero antes de él, apenas se tendrá noticia de alguno con excepción del insigne monasterio que hoy nos ocupa. No es nuestra esta afirmación, pues teniendo a la vista un precioso manuscrito de principios del pasado siglo, titulado “Campos Elysios Christianos. Historia y antigüedades de la villa de Bornos y su comarca”, su autor, Fr. Pedro Mariscal, predicador y lector de Sagrada Escritura en aquel convento de Jerónimos, nos da esta noticia, señalando la importancia de la advocación que recibiera aquel santo templo aun corriendo todavía el siglo XV. Venerada como titular, recibía culto, colocada en el lugar preferente del retablo mayor del monasterio, una imagen hermosísima de Nuestra Señora del Rosario. Hoy no está allí, con la supresión de la comunidad fue trasladada a la iglesia parroquial de la villa que le profesa gran devoción. Por su majestad y belleza tiene fama en todos los pueblos de la comarca, diciendo de nosotros que es la que más nos ha cautivado de cuantas hemos visto de las llamadas de vestir. La iglesia que ha motivado estas líneas, doloroso es decirlo, ya no existe: la impiedad del siglo XIX se ensañó en ella y en el contiguo monasterio con un verdadero lujo de horrible crueldad. Era de estilo grecorromano, conteniendo innumerables preciosidades artísticas que han desaparecido. Entre estas últimas pueden contarse unos gigantescos blandones de metal blanco, notables por su forma, antigüedad y origen. Procedían de Inglaterra, del templo donde se veneraron las reliquias de Santo Tomás de Cantorbery, hasta el cisma de Enrique VIII, siendo adquiridos en aquella época por la comunidad. Hoy están delante del altar mayor de la parroquia de Bornos, donde también se venera el Santo Cristo del Capítulo, imagen milagrosísima que poseyó el monasterio. Merced al furor de los vándalos de ahora, la iglesia de Nuestra Señora del Rosario del monasterio de San Jerónimo de Bornos está casi destruida. Han desaparecido toda la bóveda y las capillas del lado del Evangelio, conservándose por una especie de milagro las demás, el coro y la bellísima cúpula de la capilla mayor que, como un monumento fúnebre, se eleva sobre la torre parroquial, el torreón morisco del palacio de los duques y el campanario del convento de clarisas de Corpus Christi, fundación del B. Juan de Ribera. El monasterio, casi convertido en ruinas, es morada de manada de cerdos y de otros animales, que huellan las sepulturas de los antiguos moradores de aquel claustro, entre ellos la del más ilustre de los historiadores jerezanos, Fr. Esteban Rallón , hijo y prior que fue de aquella santa casa. Permítasenos ahora preguntar: si es en realidad la iglesia del monasterio de Bornos la primera que se edificó en España en honor del Santísimo Rosario, ¿seria intempestivo aventurar el pensamiento que una suscripción general abierta entre los católicos españoles la reedificase devolviéndola al culto de la Santísima Virgen?”.

La verdad, poco más hay que agregar a este artículo fechado en el año 1889. En todo caso, podríamos añadir la confirmación que hace Gaspar Gorricio de Novara (con fuentes documentales del historiador Sancho de Sopranis), el cual apunta que anteriormente a la fundación del templo bornense existieron algunas pequeñas capillas, pero nunca una iglesia bajo dicha advocación rosariera. Sí, el primer templo dedicado en España a la Virgen del Rosario se fundó en Bornos el año de 1493 (5), y fue tanta la devoción en nuestra villa que, incluso, su iglesia principal poseía -y posee- el título de Santo Domingo de Guzmán, fundador de tan excelso rezo. Los libros de bautismos más antiguos de la Parroquia están fechados en el año 1532, y ya por aquel entonces el edificio ostentaba la dedicación dominical (6).

Madre e Hijo, el rezo del Rosario y el rezo del Viacrucis, dos ejercicios muy extendidos e importantísimos en la cristiandad católica (sino los que más), y ahí ha estado -y está- nuestro Bornos como protagonista vip de la Historia General de España. Todo, por supuesto, gracias a la familia Ribera: D. Francisco Enríquez de Ribera, con el Rosario; y D. Fadrique Enríquez de Ribera, con el Viacrucis. Ambos fueron hermanos (por parte de padre) y, allá por los siglos XV y XVI, Señores de nuestra gaditana y bella villa.

Finalmente, por justicia, no me gustaría dejar pasar esta oportunidad escrita para anotar que, observando algunos títulos del nomenclátor de nuestro callejero, a todos nos debería dar un poco de vergüenza que estos dos personajes históricos lleven cinco siglos esperando el reconocimiento del pueblo al que tanto amaron. Uno de ellos, incluso, está enterrado en Bornos junto a su mujer, porque así lo dispuso en su testamento por deseo propio.

A.M.G.P.
Semana Cultural 2016
                                                                               
Fuentes consultadas:

(1) “Orden de los Dominicos: Historia del Rosario”. (www.dominicos.org).
(2) “El Rosario en Sevilla” - Carlos J. Romero Mensaque - 1990.
(3) “Los Rosarios Públicos en Tarifa, I" - Espinosa de los Monteros, F. - 2005.
(4) “Revista religiosa La Cruz” - Tomo I - 1889.
(5) “Contemplaciones sobre el Rosario de Nuestra Señora historiadas: un incunable
       sevillano” - Gaspar Gorricio de Novara - 2002.
(6) “Una aportación a la Historia de Bornos” - Manuel Barra - 2006.


Portada de la revista La Cruz publicada en 1889
Ruinas de Santa María del Rosario en la actualidad
Ruinas de Santa María del Rosario en 1924





Dibujo muy sintetizado del monasterio realizado en 1773